domingo, 3 de junio de 2012

Entendí al amor

Sonaba mi telefono celular. Yo volvía de mi trabajo. La ciudad estaba un poco más oscura de lo habitual pero mi día parecía como cualquier otro. Tomaba el teléfono que aun seguía sonando y en la pantalla titilaba el nombre Katerine. Su mejor amiga. Mi mejor amiga también. Lo atendía. Y el mundo se me desvanecía cuando su voz me decía: FALLECIÓ. Luego era una mezcla de frases desordenadas que carecían de todo sentido y a la vez explicaban cuál era el futuro que se acercaba. El sufrimiento, el desgarrador dolor que se siente ante la ausencia de un ser querido. De mi ser querido. Que fue un accidente. Que no se pudo hacer nada. Que no había forma de comprenderlo. Que tenia que se fuerte. Y el resto de los sucesos eran una nube gris, muy gris, casi negra que avanzaba a toda velocidad. Del teléfono sonando a la sala velatoria. Yacía inmóvil, muy blanco, en el ataúd. Yo me encontraba a su lado, velándolo. Viendo como nuestras ultimas horas se estaban esfumando. Nuestra ultimas horas juntos. No podía pensar en nada, solamente en que ese dolor que se apoderaba de mi, era lo que de ahí en mas sentiría por siempre. Desesperación. Frente a mí todos ellos. Sus familiares, sus amigos… los mios también. Mi madre, que tanto lo quería. Mi padre, que nunca supe cual era su verdadero sentmiento pero que denotaba cierta paz al saber que alguien amaba a su hijo. Yo le acariciaba el pelo y pensaba en que de ahí en pocas horas, su cuerpo comenzaría a descomponerse bajo la tierra. A dónde iba ese ser. Mi amado ser. El hombre por que el daba mi vida. A dónde quedaban todas aquellas cosas que habíamos vivido. No, no podía quedar solamente en el recuerdo. Tenia que haber algo mas. Y yo no lo entendía. Me era difícil explicarlo, difícil sentirlo. Y otra vez la desesperación. Abrazos, lagrimas… sollozos. Un cigarrillo invitado por mi mejor amigo en la puerta de la sala velatoria, que no sabía cual era. Toda realidad, todo sentido común estaba opacado por aquel llanto interno que salía cuando ya no podía contenerse. Y sentado en el umbral pensaba en silencio cómo serían mis días de allí en adelante. Solo. Sin sus abrazos. Sin su talento para admirar y aplaudir. Sin nada más que el recuerdo que poco a poco se iría borrando. Y me preguntaba si realmente mi cabeza sería tan hija de puta como para permitirme olvidar su rostro con el paso del tiempo. La sensación de su boca besándome. El recuerdo del timbre de su voz diciéndome te amo. Y una vez más al lado del ataúd. Acariciando su pelo, con mi rostro bañado en lágrimas que no podían secarse. Caricias en mi espalda, en mi cabeza, en mi hombro. Compasión. Pero yo veía la incompresión. Nadie, pero nadie, podía comprenderme. Mi otra mitad estaba apagada. Ya no brillaba, nada podía cambiar aquella suerte de mierda que estaba apoderada a mi. Y me daba cuenta entonces que lo tenía a mi lado. Gabriel, mi hermoso Gabriel. El amor de mi vida, hombre por el que era capaz de darlo todo. Y lo daba. A mi lado estaba reposando, en su profundo sueño nocturno. Y cuando venía en mi mismo, lo abrazaba, mientras el seguí durmiendo, inmutado frente a mis pensamientos que nunca llegaba a conocer. No entendía lo que pasaba, no entendía por qué mi mente me jugaba así en contra, por qué cada noche que dormíamos juntos, en ese instante mágico en el que se está entre despierto y dormido, mi mente jugaba a matarlo. Y luego a velarlo. La mayoría de la veces hacíamos el amor. Casi siempre con toda la pasión del universo atraida por nuestros cuerpos. Otras veces un poco más frios. Pero siempre con el amor caractirístico de nosotros. Ese amor que amábamos y que anhelábamos cuando no estábamos juntos. Y luego la somnolencia se apoderaba de nosotros y comenzábamos a caer en un sueño profundo. Siempre Gabriel se dormía primero. A mi me costaba más. Disfrutaba de su respiración que tan diferente sonaba cuando caia en la profundidad del sueño. Y acariciaba su pecho. Su pelo. Besaba suave, muy suavemente, sus mejillas, su boca ya adormecida. Y le susurraba un te amo que me hacía feliz. Y amoldaba mi cuerpo al suyo y con una sonrisa comenzaba a dormir. Y entonces yo estaba en esa ciudad, mi ciudad, mas oscura que de costumbre. Y mi celular sonaba y en su pantalla se leía Katerina. FALLECIÓ. Y mi mundo volví a hacerse trizas. Y hasta que no volvía en mí y me daba cuenta que lo tenía en mis manos, hasta que no me daba cuenta que mi realidad era muy diferente a lo que mi mente estaba creando, yo era desesperación absoluta. Y ese sueño se repetía, una y otra vez. Si entender por qué sucedia, yo lo aceptaba. Y jugaba con ese contraste que me denotaba. Cuando lo hacía muerto y luego lo apretaba contra mi cuerpo desnudo, me daba cuenta de que era feliz con Gabriel a mi lado. Y todo lo demás que hasta entonces me preocupaba, perdía sentido. Entonces entendía el amor.

martes, 21 de febrero de 2012

Demasiado lindo para lo que era...

Las cosas no son siempre lo que parecen... y eso puedo asegurar que es asi!
En los pocos años que hace que me relaciono con hombres sexual y sentimentalmente, y aunque no tengo una gran experciencia, puedo asegurar que hay muchos que son lamentables.
Esta historia comenzó un dia en el que yo tenia muchas ganas de salir. En esa epoca salia todo el tiempo con una amiga y un amigo. A ella llamemosla Nahir... y a él Julio.
(Por razones obvias no puedo dar su verdaderos nombres).
Esa noche que yo tenia muchas ganas de salir, y como lo hacíamos de costumbre, fui con Nahir y Julio a un bar que se llama Cero Consecuencia. Es un bar gay que esta hecho en una casa antigua de la zona de Palermo. Ibamos cuando no había otra opcion. Y esa noche al no tener plan, era ideal.
Habiendo estado unas cuantas horas bailando y tomando algunos tragos, yo ya estaba bastante aburrido. Por lo que le dije a mis amigos que me queria ir. En eso veo que Nahir se pone a charlar con un mozo. Era morocho, grandote, ojos negros y con un corte de pelo muy peculiar. En seguida me atrajo su virilidad y me quede mirandolo lo mas que pude. Intente acercarme pero el chico ni siquiera amagó a mirarme. Como ví que Nahir y este sujeto estaban hablando mucho, supuse que se conocían y me quede tranquilo porque sabía que de una forma u otra obtendria algun tipo de información. Al rato se me acercó Nahir y sin que yo dijera nada me dijo: si, es gay y me dio su e-mail.
Me contó que se llamaba Matias (nombre irreal) y que se habian conocido en una fiesta pocos días antes. Y que me habia mirado y yo le había parecido lindo pero que no podía siquiera mirarme porque estaba en su horario de trabajo. Aquella idea me estremeció. Me imagine a su cuerpo sobre el mio. Y volé más alto en pensamientos... me imagine ambos caminando de la mano por la costanera y siendo felices. Ese pensamiento solia tenerlo... soy bastante "Susanita"*
Al día siguiente lo agregué al MSN para empezar a hablar. Y ni bien lo agregué se conectó. Me dijo que era mi día de suerte porque no solía entrar al chat. Hablamos un buen rato y le dije que pusiera la camara web porque quería verlo, realmente me parecía hermoso. Entonces en la pantalla apareció el morocho que tanto me atraía y a su lado otro chico más. El segundo no se veia muy bien... resulto ser que era un amigo que estaba en su casa.
Entre dimes y diretes le dije que me parecía lindo y el me dijo lo mismo. Y entonces combinamos para vernos al día siguiente porque era su dia libre en el trabajo.
Asi fue como al dia siguiente fuimos a Sitges, otro bar gay ubicado en Palermo. Esa noche me acompañó solamente Nahir.
Cuando llegamos el lugar estaba casi vacío porque era temprano, asique nos quedamos en una mesa con Nahir esperando la llegada de Matías. Pasó el tiempo y la espera se me hizo larga porque yo estaba ansioso, hacía mucho tiempo que no tenía una cita de esa indole. Minutos mas tarde por la puerta apareció él... Matías. Estaba lindo, más lindo de lo que yo me acordaba. Y a su lado venía otro chico. Se acercaron y se sentaron.
Empezamos a charlar, estabamos los dos bastante tímidos y Nahir y el amigo de él trataban de romper el hielo. Pero yo me sentía en mi lugar porque el mas grande era él. Yo tenía 19 años y él tenía 27.
En un momento dado de la noche, Matías se fue a buscar algo a la barra y se quedo charlando un amigo que se habia encontrado. Nahir estaba "chamuyando" con una chica muy bonita y en la mesa quedamos solamente el amigo de Matias y yo. Le pregunte el nombre para que no hubiera silencio y me dijo que se llamaba Gabriel (nombre ficticio). Entonces lo miré bien... miré la boca que tenía, la cara, los ojos y me enamoré en ese instante. No lo podía creer... tenia la mayor belleza masculina ante mis ojos y los nervios y la presencia de Matías no me habían permitido verla. Entonces nos pusimos a charlar... le conté a lo que me dedicaba y me contó a lo que se dedicaba él. Cada cosa que decia me encantaba y con ella descubría un nuevo detalle de su rostro o su cuerpo que me volvía loco. Recuerdo que en esa epoca habia comenzado a regir la ley Libre de Humo de Buenos Aires, por lo que no se podía fumar en lugares cerrados. Pero Gebriel había encendido un cigarrillo y me lo pasaba por debajo de la mesa para fumarlo a escondidas. Cada vez que hacía eso, nuestros dedos se tocaban y yo me estremecía... le miraba las manos duras bien masculinas y me volvía loco.
Un rato después Matías se acercó a la mesa nuevamente con un Balde con vino espumante y cuatro copas... pero solamente sirvió dos, porque Gabriel y yo habíamos ido a fumar al salon de entrada en donde sí se permitia fumar.
Yo estaba apoyado contra la pared y fumaba un cigarrillo mientras miraba a Gabriel como me hablaba y me calentaba. En un momento me dice: "sos un pendejo muy lindo... que onda con mi amigo?" a lo que yo le respondí que lo habia conocido ayer y que no había pasado nada. Que me había atraido, pero que en realidad veia que no habia mucha onda. Antes de poder terminar mi frase puso su cuerpo marcado contra el mío y me estampó un beso.
He besado muchas bocas en mi vida, incluso de personas por las que sentia algo... pero jamás me dieron un beso tan bien. Un beso suave pero super masculino a la vez. Juro que no sé como explicarlo, pero nunca me voy a olvidar de los besos que daba ese hombre.
Así fue pasando la noche, todos sentados en la mesa, mirando el show y Gabriel y yo de la mano, besandonos cada tanto. Él quería bailar y yo me tenía que levantar temprano por lo que no accedí a la invitación al boliche. Me fui completamente atontado por sus besos a mi casa y me dormí profundamente pensando en él.}
Sé que no estuvo bueno y quizas me arrepiento de mi acción. Quedé con un chico y al final me agarré a su amigo... no es lo más correcto, pero juro que fue inevitable por como se dieron las cosas.
A la noche siguiente fui a una fiesta gay que no se hacía siempre, de hecho creo que era cada 6 meses. Esa noche fuí con Julio. Apenas llegué al lugar, lo ví... ahi estaba Gabriel... más lindo y masculino que nunca. Me acuerdo que no me vió y yo no me animé a saludarlo. Y como el lugar en donde se hacía la fiesta era como un galpon muy grande, no nos volvimos a cruzar. Pero yo estaba atento y a cada rato lo buscaba con la mirada y allá a lo lejos lo encontraba y lo veia bailar con sus amigos.
En un momento determinado de la noche, ya casi llegando a su fin, lo vi pasar por mi lado. Entonces me vio y se acercó para saludarme. Y me dijo: "esperame un poquito acá que en un ratito vengo". Y así fue como vino unos minutos mas tarde y me volvio a partir la boca de un beso. Pero me besó con desesperación, fuerte, casi sin dejarme respirar. Tambien me tocó todo el cuerpo con la misma desesperación y me puso contra la pared. Yo creo que si en ese instante no hubiese habido nadie, me hubiese hecho el amor en menos de 5 minutos.
Me invitó a irnos del lugar... yo no tenía un centavo para ir a un albergue transitorio o algo por el estilo. Y él vivía en una residencia para estudiantes. Asique caminamos por avenida 9 de Julio. Hasta que Gabriel no pudo mas con sus ganas y me volvio a estampar un beso en la calle. Y entonces sin pensarlo dos veces me dijo que fueramos a donde vivía. No estaba permitido y además compartía la habitación con un tipo extranjero. Pero al ser de madrugada, podríamos estar en uno de los espacios comunes de la residencia. En el camino me hizo mil promesas. Juró que yo era lo más bello que había visto. Juró que ibamos a salir juntos a pasear. Me prometió ir a un bar en donde pasaban musica en hebreo. Me prometió todo lo que yo podía creerme y más de la boca de un hombre tan lindo que estaba relacionandose conmigo.
Llegamos a la residencia y fuimos directo a la cocina comedor. Estaba vacío como habiamos supuesto. Y me puso contra la pared, pero esta vez mas violentamente. Me encantó lo que hizo. Y sin dejar de besarme cada parte de mi cuerpo, empezó a sacarme la ropa. Y se sacó su ropa. Intimamos largo rato hasta quedar sin aliento. Pero si se están imaginando que la pasé bien, estan equivocados.
Hubo un antes y un despues en el punto en el que comenzamos a sacarnos la ropa. De su persona brotó un ser violento, salvaje. Mientras estabamos en situación sexual me decía cosas horrendas, cosas guarangas, malas palabras e intentaba someterme. Aclaro que nunca lastimandome ni forcejando nada. Simplemente era un ser sexual muy salvaje. Además de eso que me soprendio bastante, el olor que tenía en su cuerpo no era ni un poco compatible con su belleza. Tenía un olor rancio que se alejaba bastante al olor de la transpiración por lo que tuve que aguantarme la respiración en cuanto pude. Y por ultimo el tamaño de su virilidad no era adecuado (para nada adecuado) a lo que prometía en belleza y actitud. Y el broche de oro para esto fue que al terminar dijo que le daba asco la situacion de dos hombres teniendo sexo. En ese momento comprendí que ese chico era un loco de aquellos. No era cuerdo para nada, estaba totalmente fuera de sí.
Me fui a mi casa bastante desilusionado y repitiendo una enseñanza que me había dejado mi abuela: "Las cosas no son siempre lo que parecen"...





*Susanita es un personaje de Mafalda que es enamoradiza y romantica.

domingo, 29 de enero de 2012

Pseudo sometimiento


Como les dije, nunca me gustó la promiscuidad... en realidad porque siempre pone en riesgo a las personas y a las relaciones. Pero reconozco que todos, en mayor o menor medida, tenemos ciertos rasgos que nos acercan a los promiscuo.
Y aunque yo deseara no tener ni un gramo de esa característica conmigo, muchas veces me vi envuelto en situaciones en la que quedó al descubierto.
Era el año 2005 y yo estaba triste, muy triste. Esa primavera fue el comienzo de un largo tiempo de angustia y soledad. Hacía unas pocas semanas, ese novio que comenté en algun otro post (al que llamamos Thomás) me había dejado. Repentinamente un día me dijo que no quería estar más conmigo... incluso podria decirles que cuando me dejó era el mejor momento de la relación. Yo me quede muy mal y me aferré a la esperanza de que él quizas estaba confundido y necesitaba tiempo. Pero no era así. A pesar de mis llamados, de mis mails, de mis cartas y de todo lo que hice para exigir una respuesta, a Thomás se lo había tragado la tierra. Hoy puedo decir que era niño cobarde que creia llevarse el mundo por delante... y como yo estaba tan enamorado y era tan iluso, me crei cada una de sus palabras. Pero en fin. En esa epoca yo estaba mal. Triste, deprimido, me sentía solo... y además esa primera relación con la que yo habia aceptado del todo mi homoexualidad, encendió la mecha de mis hormonas, es decir que ya no me privaba de experimentar deseos con hombres que podían llevarse a cabo.
Una noche salí a tomar unas cervezas con mis amigos y como estaba triste porque extrañaba a Thomás, volví más temprano de lo que solía hacerlo. Eran cerca de las 4 de la mañana. Entonces me metí en el chat que solía frecuentar con la idea de encontrar a alguien con quien verme por webcam. No sé por qué razon, pero siempre me atrajeron los hombres un poco más grandes que yo. En ese momento yo tenía 19 y ese día me habló uno de 35 años. Era de mi barrio y según la descripción que dio, me pareció bonito... entonces le mande una foto mía y le pedí una foto suya. Si bien la foto que me envió no me parecía tan mal, no se veía muy en detalle. Pero el hecho de que tuviera esa edad, que viviera cerca de mi casa y que su difusa foto se asemejara a algo atractivo, me fue suficiente para dar lugar a que mi cuerpo se excitara. Lo pensé una vez... lo pensé dos veces... lo pensé tres veces. Me dije a mí mismo tres veces "No". Pero cuando quise volver a decir no, ya estaba saliendo de mi casa. El efecto del alcohol aún me quedaba. Si bien no estaba borracho, me sentía deshinibido y mareado. Asique me dispuse a ir a la vuelta de mi casa para agarrar un taxi. Okey, ya me habia subido en el taxi cuando me arrepentí, pero pensé que si no me gustaba, podía seguir de largo. Eran unas 15 cuadras de mi casa, asique llegué en seguida.
Cuando el taxi frenó en la esquina que habíamos quedado con el hombre miterioso de 35 años, un señor mayor estaba esperandome ahí. Yo lo miré y pensé "no, no es él...me dijo que tenia 35". Asique pensando que la persona con la que me iba a encontrar aún no había llegado me bajé del auto.
Medía aproximadamente un metro sesenta y pesaría unos ochenta kilos. Si realemnte tenía 35 años, el pobre estaba horriblemente deteriorado porque aparentaba unos cincuenta. Tenia una camisa a cuadros, un jean clásico azul y zapatos acharolados. Parecía que venia de trabajar de una empresa de colectivos (por el tipo de uniforme que estos tienen). De cara era horrendo. Ese hombre se me acercó y dijo mi nombre. efectivamente era él el que me esperaba.
"¿Cómo le digo que no?" fue lo que pensé. Pero su expresión me dio miedo. En la calle no había nadie y tenia miedo de que me hiciera algo. Miraba a sus costados y tenia las manos en los bolsillos... tenia puesta una campera. Me puse paranoico y mientras empezabamos a caminar yo pensaba qué hacer para zafar de la situación. Finalmente llegamos a su casa. Era un edificio muy lindo que en cada piso había solamente un departamento. Entramos al hall y esperamos el ascensor. Yo sentía un asco terrible y a la vez un miedo espantoso por no saber cómo manejar la situación. Cuando llegamos al piso en el que vivía y abrió la primera puerta del ascensor, ví que la segunda tenía cerradura, es decir que para poder entrar o salir de su palier había que tener la llave. Eso me dio terror porque pensé en si tenia que escaparme cómo iba a hacer. Pero cuando entramos a la casa, me fijé cuidadosamente en donde estaba poniendo las llaves... y las colgó justo al lado de la entrada, en un gancho que tenía para eso. Eso me dió un poco de seguridad absurda.
El departamento era hermoso. Era todo moderno y perfectamente acomodado. Olía muy bien. Era la casa perfecta para el hombre horrendo. Pasaban los minutos y yo sentía un asco terrible. Me dijo que fuera a su habitación y así lo hice. Entonces me di cuenta que no tenía opción. Me dije a mi mismo que la única forma de zafar de esa situación era hacer rapido lo que tenía que hacer e irme a mi casa. Estabamos sentados uno de un lado de la cama de dos plazas y otro del otro. Cuando entonces puso en la televisión una película porno. Puedo asegurar que no sé que era la película, porque no podiía hacer otra cosa que pensar en que me quería ir... y me sentía muy mal por haber llegado yo solo a esa situación. Me daba bronca no haber sabido decir NO cuando era necesario. Dos minutos después que puso la película empeza acariciarme la espalda. Yo estaba helado, no sabía que hacer. Tenía todo el cuerpo paralizado y mi estómago nauseabundo. De repente puso su otra mano en mi nuca y empezó a besarme. Yo intenté frenarlo y decirle que no, que estaba arrepentido, pero no dió importancia a lo que le dije, incluso me agarró más fuerte y me siguio besando. Yo aterrado me aflojé y entonces me tiró en la cama y se puso encima mío. Vovlí a decirle que no quería y otra vez no hizo caso a lo que yo decía, se puso mas fuerte. Intenté tironear un poco, pero entonces se puso un poco violento y me agarró ambos brazos. Me empezó a decir una serie de cosas horribles... cosas como que le gustaba dominar o que le gustaba que la gente se le resistiera. Me asusté mucho porque temí por mi vida. Afuera veía por la ventana cómo amanecía y los árboles y escuchaba los pájaros como cantaban.... la naturaleza, libre... y yo me veía encerrado, aterrado en un departamento con un hombre que no conocía encima mío, que se estaba violentando y sin saber que hacer. Pensé que lo mejor era dejarme llevar un ratito, no ponerlo nervioso y esperar a que termine rápido. Pensé que haría tiempo que ese tipo no estaba con nadie, por lo que iría a terminar rápido. Asique juntando todas mis fuerzas, e imaginándome que era otra persona me aflojé y lo abracé e hice de cuenta que la situación me gustaba. Él se puso como loco y me dio vuelta sobre la cama, dejándome boca abajo. Yo sentía un asco como nunca antes lo había sentido. En ese momento se me ocurrió una idea. Le dije si por favor no me podía traer algo para tomar. Le pedí agua, pero me trajo jugo. Siempre se pide agua, porque a la mínima alteración se siente sabor extraño, en cambio en otra bebida puede disimularse. Podía estar tranquilamente drogándome, pero no me importó. En el momento que él se fue a la cocina agarré mi celular y programé la alarma para que sonara dentro de 20 minutos. Y cuando terminé de hacerlo pensé en Thomás. Mis labios ya estaban sucios... pensé que era el primer hombre que con sus besos sucios tapaba el amor de los besos de Thomás y sentía asco y culpa... y lloré. Pero momentos después vino con mi jugo. Tomé solamente un trago y le dije que era porque tenia un pelo en la garganta. El hombre horrendo y asqueroso volvió a ponerme boca abajo en su cama y se puso encima mío. Sentí que me aplastaba, que no podía respirar. Ochenta kilos sobre mi espalda. Intentó practicarme sexo, pero yo estaba tan tenso que no pudo... pero no le importó siguió intentando y besándome y haciéndome todo tipo de cosas. Yo lloraba mientras miraba mi sombra contra la pared y miraba el celular de reojo intentando descifrar que hora era, porque él no podía verme la cara. Quería que aquel momento terminara lo antes posible. Finalmente el hombre terminó antes de lo esperado. Efectivamente era obvio que hacía mucho que no estaba con alguien y entonces su excitación lo llevo a terminar de forma rápida. Me quedé tendido sobre la cama en esa posición y él se me acercó super contento y relajado y me empezó a besar nuevamente. Yo soporté ese momento poco tiempo, hasta que le corrí la cara, pero me agarró de la mandíbula apretándome fuerte y me siguió besando. En ese momento sonó mi celular y él se sobresaltó. Atendí la supuesta llamada e hice de cuenta que hablaba con mi mamá. Cuando corté la supuesta llamada le dije que me tenía que ir, que se me hacía tarde porque iba a pasar todo el día en una casa quinta. Se negó rotundamente a abrirme la puerta, diciendo que aún yo no había terminado. Le dije que no me parecía gracioso, que debía irme cuánto antes. Volvió a negarse. Yo me puse de pie en la desesperación y mientras me vestía fui hasta la puerta de salida. El tipo me persiguió y me dijo que no me dejaría ir a ningún lado hasta que terminara con lo que había empezado. Me llevo otra vez a la habitación y me obligó a masturbarme mientras él me miraba y hacía lo mismo en su propio cuerpo. Me concentré al máximo y lo logré, logré terminar con lo que había empezado y el horrendo hombre exigía.
Por suerte pude irme sin más forcejeo. Me abrió la puerta y me acompañó hasta la calle. Cuando sentí el viento en la cara me sentí libre y vivo. Me tomé un colectivo que milagrosamente apareció en la esquina y llegué a mi casa cerca de las 7 de la mañana. Al entrar a mi habitación, el mundo se vino abajo. Me sentí sucio, feo, asqueroso... fui al baño y vomité, vomité mucho mientras lloraba con una congoja como nunca antes había tenido. Me acordé de Thomás que tan bien me había tratado siempre, me acordé del primer chico con el que había estado que también se había preocupado por mí y me acorde de esa masa horrenda de 80 kilos aplastándome y sometiéndome a hacer cosas que yo no quería. Lloré y lloré y pensé que esa tristeza no se me iba a ir nunca y que si así no era, entonces podría tomarme una caja de pastillas y pasar a otro mundo sin darme cuenta.
Por suerte siempre en el momento indicado aparece alguien. Una amiga mía me mandó un mensaje de texto en ese momento y yo le conté lo mal que estaba y la razón y entonces me consoló. Me llamó y me dijo: "Ahora te duele y tenés el asco... pero pensá que cuando pasen los años y estés con el hombre de tu vida, vas a mirar para atrás y vas a decir que eras un loquito y te vas a reír de esta situación y de muchas otras". Y tuvo toda la razón. Si bien hoy no me río de esto, me dejó una enseñanza muy grande. Y puedo contarlo a mis amigos de forma no dramática para aconsejarlos cada vez que están en situaciones en las que se tienen que encontrar con desconocidos.
Ese día supe que nunca más haría eso, encontrarme con alguien que no sé quien es ni cómo es. Por suerte el tipo no era un maniático sexual ni nada por el estilo. Si bien me sometió y se puso un poco violento, se lo atribuyo más al morbo sexual que a una característica propia de aquel hombre.
Una vez más volví a agradecerle a la vida la suerte que muchas veces tengo.

viernes, 27 de enero de 2012

Una anécdota para no recordar


Casi siempre critico a la promiscuidad... no porque no me agrade, y tampoco me molesta. Lo que sucede es que odio a la infidelidad y a todo lo que pueda hacer sufrir y poner en riesgo a la personas que están amando, sintiendose bien. Y la promiscuidad es un gran riesgo. Pero a lo largo de estos años, me he dado cuenta que en muchas ocasiones, esta promisucidad es parte de la naturaleza del ser humano. Hasta lo que va de mi experiencia, y por las personas que me he cruzado en mi camino, conluyo que todos tenemos, aunque sea en dosis mínima, cierta promiscuidad. Y a pesar de que yo siempre la critiqué, la vida me puso en situaciones en las que me brotó de adentro ese sentimiento de hacer ciertas cosas (no importa qué) con tal de saciar mi placer momentáneo.
En cierta ocasión fui a bailar con mis amigos a una fiesta que se llama Ambar la Fox que queda cerca de donde vivo. La fiesta gay de moda de aquel momento. Esa noche la pasé de lujo... porque no solamente estaba mi grupo de amigos de siempre, sino que además habia un grupo de chicas con las cuales siempre iba a bailar a ese lugar.
Esa noche me puse camisa... JAMÁS ME PONGO CAMISA!!! siempre uso remeras comodas y lindas, que me gusten. Pero esa noche tenía camisa y me sentía lindo. Tras varias horas de bialar y tomar tragos, cerveza y tequila, mi mundo empezaba a dar vueltas. Ya de por sí soy una persona que tiene mucha sensibilidad al alcohol... soy bastante flojito... con dos o tres vasos de cerveza, mi cuerpo y mi mente ya empiezan a relajarse. Y esa noche estaba totalmente borracho... estaba divirtiendome mucho.
En determninado momento, una de mis amigas me pide el celular para mandar un SMS. Yo se lo doy y le digo que me acompañe a la barra. Cuestión es que mientras yo compraba algunos tragos, ella estaba mandando el mensaje y de repente veo al lado mio un chico con remera roja. Por lo que me acuerdo, debería tener unos 28 años, o al menos eso es lo que aparentaba. Era de estatura media, tez trigueña y pelo negro. Y al verlo de perfil sentí que era hermoso y que queria estar con él. Soy una persona muy tímida, no suelo encarar chicos en los boliches (no solía, en realidad hace dos años y medio que tengo novio)... muchas veces perdí oportunidades de conocer chicos que me gustaban por el simple hecho de no saber cómo acercarme. Pero esa noche la combinación de hormonas en sangre, endorfinas por sentirme lindo y el alcohol ingerido, me hicieron avanzar sobre la situación.
Antes de acrecarme nuevamente le dije a mi amiga que me esperara que le iba a hablar a ese chico... ella lo miro y me dijo con una cara de asco "Es horrible". Pero no me importó. A mi me habia gustado, me atraia desde su pelo negro hasta su remera roja y todo lo que tenía; volví a mi posición inicial en la barra y haciendo de cuenta que estaba esperando para comprar, le dije: "que lindo que sos". Él me miró y me dijo: "no mientas... a mi nunca me vienen a hablar chicos tan lindos". Yo lo empecé a alagar y a decirle cosas para demostrarle mi interés. Y cuando no hubo más que decirle, le estampé un beso en la boca. Empezamos a besarnos. Ese chico parecía nunca haber besado, porque lo hacía con una terrible desesperación. A cada rato me apartaba del beso, me miraba y decia "no lo puedo creer". Así pasamos un buen rato... besos y más besos con abrazos y caricias que implicaban que ambos queríamos algo más.
En determinado momento el chico este (del cual nunca supe el nombre) me invitó a su casa. Y escuhen esto: yo, sin saber ni su nombre, ni su edad, ni en donde vivía, accedí con un simple "si". Ni más, ni menos. Simplemente "sí". Asique salimos a la calle y nos tomamos un taxi.
Cuando salì del tumulto de gente a la calle, es decir de esa masa de vapor, musica y ruido hacia el viento frio (era el mes de Julio, si mal no recuerdo), me dí cuenta de lo borracho que estaba. Todo me dab vueltas y apenas podía hablar. Pero nos subimos a un taxi y nos fuimos. En el taxi me quedé dormido y cuando me desperté, ya habíamos llegado. Bajamos y entramos a un edificio muy lindo. En el ascensor me contó que vivía con un amigo pero que no estaba en ese momento.
Lo que viene a continuación fue muy ridiculo. Hice pis en el baño y fuimos a su habitación. Pequeña y con muchos muebles. Nos tiramos en la cama, empezamos a besarnos, pero ya sin ganas... yo aún no le había terminado de ver bien la cara (es decir, de saber como era en realidad) y por la ventana no entraba ninguna luz porque aún no había amanecido. Nos quitamos la ropa y empecé a besarle el cuerpo. Dos segundos después, cuando volvi a besar su boca, me di cuenta que se había quedado dormido. Intenté despertarlo motivando cada parte de su cuerpo. Pero no hubo caso, ese chico estaba borracho y profundamente dormido. Poco a poco recuperé la consciencia y comencé a tomar fuerzas. El sueño me iba venciendo, pero me mantenía despierto. Me estaba dando cuenta de que estaba en un lugar desconocido y que no podía quedarme dormido. Hasta que empecé a flaquear y en mi mente mareada me decía a mi mismo "bueno, duermo 1 minuto y me voy"... era una siesta intermitente, hasta que sin darme cuenta me quede profundamente dormido.
Abrí los ojos y la habitación estaba inundada de sol. El día estaba re lindo. De repente me di cuenta que no sabía donde estaba. Dos segundos después me acordé de la noche anterior... y cuando me di cuenta, miré a quien tenía al lado. Lo primero que le vi fue la espalda, llena de acné. Senti una sensación de asco y me senté como pude en la cama. Lo miré a la cara y me angustié "¿Por qué hago estas cosas?". Entonces me di cuenta de que nunca había hecho una cosa así... o por lo menos no solía hacerlas. Desperté al chico con el que había pasado la noche pero que no sabía su nombre. Me vestí y le dije que me iba. El chico estaba como en otro mundo... sin decirme nada se puso cualquier prenda que encontró por ahi y agarró las llaves. Yo atiné a agarrar mi celular, por la costumbre, pero entonces recordé que lo tenía mi amiga.
De repente me encontré en la calle. No sabía donde estaba, no tenía plata y tampoco celular. Me desesperé. Pero me dije a mi mismo queiba a llegar a mi casa, fuera como fuera. Empecé a caminar por la calle en la que me encontraba y llegué a una avenida. Rapidamente me di cuenta que estaba en Recoleta. Empecé a caminar por Avenida Pueyrredón y llegué hasta Las Heras. Mientras tanto revisaba mis bolsillos y adentro de mi documento encontre una moneda de un peso y en el bolsillo de atras del jean una moneda de diez centavos. Con eso me alcanzaba para un boleto mínimo para el colectivo que paraba en esa esquina. En realidad hasta mi casa, eran algunas monedas más, pero con mi mejor cara de poker me subí y pedí un boleto de uno con diez.
Finalmente llegué a mi casa. Y entonces agradecí a la vida la suerte que tuve: por haber ido a la casa de una persona normal y no un loco violador o asesino; por haber tenido la suerte de estar en un barrio que conocía y que sabía qué colectivo me llevaría; y por haber encontrado mi moneda justa para viajar.
Una semana después volví al boliche en el que había conocido a ese chico. Había entrado temprano, por lo que estaba casi vacío. De repente entre la poca gente que había, ví una cara conocida... era él. Se me acercó y me pidió mi numero de celular. Hice lo que nunca haría con nadie... le di un numero falso y evité a toda costa saber su nombre, después de todo prefería que aquella ridícula experiencia fuera protagonizada por un anónimo.

Cuando besé a un hombre por primera vez


En el mundo de los homosexuales, hoy en día es muy común andar vagando por Internet en busca de conocer gente con la misma orientación sexual y los mismos intereses. Es una forma fácil de poder contactar personas y además es rápido y con pocos riesgos ( en primera instancia) ya que es anónimo.

En mi casa comenzamos a conectarnos a Internet en el año 1999, año en el cual, acá en Argentina, no era muy común que las personas tuvieran conexión en sus casas. Al principio no había caído en la cuenta de que era una puerta abierta al mundo, y menos que menos, al mundo de la homosexualidad. En los primeros meses buscaba fotografías de personajes conocidos y las imprimía para pegar en carpetas o cuadernos y tenia una cuenta de mail en un servidor que se llamaba Latinmail, que la verdad no se si existe aún.

A lo largo de los años, me interiorizaba más en el tema de Internet y cada día me interesaba más. Cierta tarde entré de casualidad a una pagina de Internet acerca de sexo. Tengo muy difusos los recuerdos, pero estoy seguro que, muy aburrido y sin entusiasmo, miraba fotos de mujeres. En ese entonces yo tenia 13 años y estaba en plena etapa de desarrollo, en plena pubertad, por lo que mis hormonas hervían. Pero hervían de distinta forma que mis amigos... porque yo ya había elegido. Yo quería estar con hombres.

Fueron pasando los años y poco a poco empecé a mirar fotos de parejas heterosexuales manteniendo sexo, y luego de hombres desnudos y por ultimo de hombres manteniendo sexo con hombres. Fue como un andar progresivo en la red... pero el día que descubrí que podía chatear con personas de verdad, de carne y hueso con los mismos intereses que yo y la misma orientación sexual, aquella forma de buscar un contacto onirico con los hombres expresada en fotos eróticas, se disolvió.

Al principio entraba a salones de chats en donde había alrededor de 100 personas charlando. Algunos buscaban sexo, otros amistades, otros simplemente perder el tiempo, otros eran habitué del sitio y charlaban toda la noche entre ellos, y también había nicks extraños que nunca se sabia qué buscaban ni por qué estaban ahí. Durante muchos años me dediqué a mentir. Digamos que mi estadía en ese lugar era solamente para tener contacto con hombres y fantasear en mi cabeza lo que se hablaba... siempre me conectaba, buscaba a algún chico y hablaba con él un buen rato inventandole un personaje que no existía. Con el solo hecho de conocer la vida de alguien y que me contara alguna experiencia, yo ya estaba satisfecho!

Una vez, en una de esas tantas noches que pasaba en la red conociendo personas y utilizando una identidad falsa, descubrí a un chico que me caía bien. Se llamaba Gabriel y tenia 19 años. Yo estaba rondando los 16. Hablar con él me hacia muy bien, ya que había encontrado a una persona que no tenia mucha diferencia conmigo en edad y que a su vez, a pesar de tener mucha mas experiencia que yo, relataba historias con sentimientos que se parecían mucho a los mios. La verdad es que a él también le mentía, pero en menor grado, ya que le había dado mi verdadera identidad y hablaba con mis verdaderos sentimientos... y él, comenzó a moverme los sentimientos. Ya no pasaba por un tema de hormonas o de aventuras, de a poco empezaban a jugar los sentimientos. Y fue entonces que me di cuenta, que se podía hablar en serio.

Siguió pasando el tiempo y seguí conociendo personas... mis mensajeros instantáneos se llenaron de contactos. Personas de todo tipo, de todas las edades, de todos los lugares. Chateaba con mi verdadera identidad y practicamente no mentía... me gustaba, lo disfrutaba, aprendía... pero había algo de lo que tenia certeza: con ninguna de de esas personas me iba a encontrar; las relaciones que se formaban, algunas veces, eran estupendas... pero cada vez que por parte del otro salía la iniciativa de invitarme a tomar algo, al cine o a salir, automaticamente desistía y la relación con ese chico cambia totalmente... en realidad se volvía nula. Yo sabía perfectamente, cada vez que hablaba con alguien, que nunca iba a llevarse a cabo un encuentro. Quizás por miedo, quizás por negación a mí mismo, quizás por muchas otras cosas, pero lo sabía.

Paralelamente a ello, mis ganas de estar con una persona de mi mismo sexo crecía; y más lo reprimía. En ese entonces estaba terminando mi escuela secundaria y lo único en lo que pensaba era en buscar la forma para disimular mi homosexualidad. Buscaba chicas para estar temporalmente y a su vez, cuando no encontraba, buscaba excusas tales como "estar soltero es lo mejor que hay" o "yo prefiero vivir mi adolescencia solo, para compromisos ya habrá tiempo..."

Cierto día de marzo, en el año 2005, me levanté de mal humor. En mi cabeza estaba la idea de dejar de ser lo que hasta ese momento era: un reprimido. Casi sin pensarlo, y ya en ese momento, por inercia, me metí al chat que ultimamente estaba frecuentando. Me puse a hablar con un chico de Entre Ríos, una provincia de Argentina costera del Rió Paraná, pero que estaba habitando en Buenos Aires temporalmente. Ahora si quisiera recrear la charla que tuvimos ese día, sería algo como esto:

Yo: Hola!

Él: Hola como andas? edad?

Yo: Todo bien, vos? tengo 18 años, vos? de donde sos?

Él: de Entre Rios, pero estoy viviendo unos días en Buenos Aires, en Belgrano... vos? ah! y tengo 25 años.

Yo: Yo soy de Capital Federal, muy cerca de Belgrano. que andabas buscando?

Él: Sexo

Yo: ah, solo sexo?

Él: si, la verdad es que si, no quiero relaciones ni nada por el estilo.

Yo: Okey, esta todo bien! yo la verdad que nunca tuve nada con nadie, de hecho ni siquiera salí a tomar algo con un chico, ni nada parecido.

Él: Ahh... si quieres podemos juntarnos a tomar algo y ver qué onda.

Yo: estaría bueno, que se yo... y por que estas aca en Buenos Aires?

Él: es una larga historia. Si quieres mañana cuando venís te cuento.

Yo: Okey, dale... te repito que nunca estuve con nadie... es todo nuevo para mi.

Él: mira, yo no te voy a insistir, sé que es una etapa jodida y difícil, pero si quieres podemos charlar y estar juntos. Asique yo te paso mi teléfono y mañana me llamás.

Yo: Okey, no se si voy a poder porque tengo el recital de Lenny Kravitz.

Él: Bueno, esta bien, vos me llamas cuando salís, no importa la hora... yo estoy en casa solo, no hay drama.

Así fue, esa noche me pasó su numero de teléfono, yo lo agendé (nunca lo había hecho con nadie), nos intercambiamos algunas fotos para conocernos y me gustó. De golpe me imagine su cuerpo de músculos trabajados que la foto mostraba sobre el mio y una extraña sensación de placer recorrió mi cuerpo. Ese día quería concretar mi primer encuentro. Sin pensarlo, me organicé y quedé en llamarlo al día siguiente, antes del recital para arreglar.

Para ir al concierto de Lenny Kravitz, me tenia que encontrar con una amiga de mi hermano que era la que conseguía los Tickets gratis, asique tenia que caminar unas cuantas cuadras... durante una calle pensaba "el próximo teléfono publico que encuentro, lo llamo" y a la siguiente "no, es una locura! yo no puedo hacer esto!". Mi destino se acercaba y finalmente encontré un teléfono en un quiosco y sin pensarlo ( realmente si lo hubiese pensado no lo hubiera hecho), lo llamé. Hablamos y no me pareció nada del otro mundo, aunque nervioso estaba yo. Me paso la dirección, que incómodamente yo anoté en un papel... corté y me tomé el colectivo con la amiga de mi hermano que estaba esperándome.

Durante el recital no pensé en nada... simplemente en que me gustaba mucho la música que escuchaba y que la noche ventosa en combinación con temas como "American Woman" o "Calling all angels" era una maravilla. El recital terminó, las luces se prendieron y había llegado mi hora. Cada minuto que pasaba, mas asustado me sentía... el cuerpo me temblaba, tenia miedo. Fui hasta mi casa, me bañé y me arreglé un poco. Mientras el agua me caía sobre el cuerpo pensé en no ir... y mientras me ponía perfume también. Pero algo me llevaba a continuar con mi objetivo.

El viaje en taxi hasta la casa del chico es una nube para mí. No recuerdo cuanto pagué, por qué camino agarro el chofer ni qué se me cruzaba por la cabeza. Pero cuando menos lo esperaba, estaba parado en la puerta del edificio donde vivía... 5 to "A" y a esperar.

En el momento en que bajó del ascensor y lo vi acercándose hacia mí a través del vidrio para abrirme la puerta, en ese transcurso, lo mire de arriba a abajo y lo sentí sobre mi cuerpo teniendo sexo con furia... la idea me encantaba, pero estaba cometiendo la inconsciencia mas grande del mundo, estaba violando aquellas leyes que había enseñado en mi casa: no hables con desconocidos, no entres a casas que no conoces, siempre alerta. Pero cuando caí en la cuenta, ya era tarde, estaba en el ascensor subiendo.

Gracias a Dios me tocó una buena persona. Hoy en día lo pienso y sé que lo seguiré pensando, pero podría haber dado con un loco o un sexopata o un violador, cosas que hoy son comunes acá y en todos lados... fue una locura que me salió bien.

Entramos al departamento y era lindo, cálido y bien iluminado, con luces de todo tipo. Me senté en un sillón que estaba frente a un televisor, que aunque prendido, mudo y Pablo me sirvió un café. Me lo tomé tan rápido que pude sentir como el calor se apoderaba de mi cuerpo. Charlamos un poco y me dijo: vamos a mi habitación, agarrate los puchos...

Fuimos a la habitación y yo estaba quieto, casi inmóvil. Sentía miedo, nerviosismo y la vez ansiedad de besarlo. Me gustaba él, me gustaba su cuerpo, me gustaba la idea de estar ahí, pero enseguida aparecía la contradicción del miedo y querer salir corriendo. Me senté en la cama contra la pared y el en una silla. Charlamos un buen rato acerca de la vida, de sus cosas, de las mías. En determinado momento se paso de su silla hasta donde estaba yo y se sentó al lado mio. Me miró y me dijo que hacia mucho tiempo que no abrazaba a alguien. Y me abrazo. Y segundos después estábamos perdidos en un beso. Estaba besando la boca de un hombre, por primera vez en mi vida. Sentía que se estaba concretando aquel deseo que había tenido durante muchisimos años y quería más, quería entregarle mi cuerpo y sentir verdaderamente el placer que en ese momento creía merecer... pensaba que después de tanto sufrimiento había llegado el inicio de una nueva etapa. Ese beso termino, nos miramos a los ojos y le dije que no lo podía creer. Se enterneció y se paró, me paré al lado de él y otra vez un beso... un largo beso acompañado de abrazos y caricias... de golpe me di cuenta que estaba con alguien a quien yo no conocía, por que no sentía nada, pero me gustaba... era la oportunidad de liberar mi cuerpo y mi alma... de entregársela al perfecto desconocido que estaba tocándome, abrazándome y poco a poco quitándome la ropa.

Esa noche fue corta, fue hermosa... mi cuerpo experimento verdadero placer, tanto que me estremecía cada vez que su boca recorría mi cuerpo y exploraba partes, que para mi, eran nuevas... puntos débiles que nunca antes conocía. Hubo muchas cosas, muchas experiencias nuevas... mucho placer.

Llegó la hora y tuve que irme. Juro que me hubiese quedado años... pero lamentablemente tenia que volver, era tarde, muy tarde... cerca de las 8 de la mañana y mis padres ya iban a levantarse, aunque era domingo, pero podía suceder. Asique abandoné la velada feliz. Pero esa felicidad, extrañamente se perdió. Mi primer contacto social luego de haber estado con un hombre por primera vez, fue con el chofer del taxi. Sentí que en el momento en que me miro por el espejo retrovisor para preguntar hasta donde iba yo, pudo leer en mis ojos que a partir de ese momento yo era un homosexual oficial... era como si ese hombre pudiera estar mirando mi homosexualidad, como si sintiera el olor de mis hormonas; y alli comenzo la culpa, en ese preciso instante.

Llegue a mi casa cerca de las 9 de la mañana. Me saqué toda la ropa y me metí en la ducha... cuando la primera gota tocó mi piel, me sentí sucio. Desesperadamente me moje todo el cuerpo con el chorro mas fuerte que podía entregar mi baño y empapé mis manos de shampoo y luego de jabon y lo hice tantas veces quise, hasta sentir que todos los rincones de mi cuerpo estaban limpios. Al salir del baño, mirar la ropa que hasta ese momento había tenido, me dio una sensación de asco.

Me fui a dormir sin tratar de pensar en nada. Y mi mente comenzó a reprimir. Al despertar con los sonidos habituales de mi casa, supe que no volvería a ver a Pablo. Me sentía culpable, muy culpable por lo que había hecho. En ese momento hubiese querido volver el tiempo atras para evitar conocerlo. Me había gustado, la había pasado bien, pero sinceramente me sentia muy mal, con mucha culpa.

Los siguientes dias fueron normales. Pablo me buscó para chatear y yo le contesté... pero le dije que no quería volver a verlo. El se enojó porque había dicho que yo le había gustado, que había sentido algo especial conmigo, pero no hubo caso. La culpa hizo que reprimiera las ganas de estar con el, que estoy seguro, que eran muchas.

Y así fue como inicie mi vida sexual. Es paradojico, ya que en el momento en que se inició, comenzo una represion más agresiva que la que habia sufrido durante tantos años. Y ahi yace el problema, sentir culpa por cosas que no son verdaderamente malas o pecaminosas como lo impone la sociedad.

Mi primera extraña atracción sexual


En el año 1995, en ese entonces yo tenia 9 años, concurrí a una colonia de vacaciones durante el mes de Enero. La verdad es que nunca me gustó ir a esos lugares... porque siempre fue mi hobby dormir a la mañana y en el verano mi mamá me dejaba dormir hasta tarde. Ir a una colonia implicaba levantarse temprano. Pero ese año mi heramnito mas chiquito, que en ese momento tenia 3 años, concurria a una; y mi hermano mas grande, en ese momento 11, concurria a otra. La verdad es que cuando me hermano mayor me contaba acerca del lugar al que lo llevaban, y sabiendo la cantidad de gente conocida mia que iba, me vinieron unas ganas locas de empezar a ir.

Así fue como me inicié en esa aventura que dia a dia relataba mi hermano y empezé a vivirla yo mismo. Pasaba a buscarnos un colectivo de media distancia todos los dias por una avenida cercana a donde yo vivia en ese entonces y nos trasladaba hasta Ezeiza, una localidad cercana a Capital Federal. Allí habia ubicado un complejo de piletas y bosques enormes en donde pasabamos el dia, almorzabamos, merendabamos y volviamos hasta nuestra casa. Así transcurrian los dias de aventuras y amigos... habia resignado mi programa de television favorito, pero valia la pena, realmente me estaba divirtiendo.

Cierto día en el viaje de vuelta a casa, me empezó a suceder algo extraño. En ese entonces yo tenia nueve años, pero recuerdo esto como si fuera el día de hoy. Iba sentado en el ultimo asiento, que estaba al lado del diminuto baño que tienen los omnibus. Como no habia asientos libres y faltaba sentarse alguien, lo mandaron al fondo, en donde, justo al lado de mi asiento, habia un pequeño escalón en donde cabía perfectamente.

Recuerdo que durante el viaje yo miraba su cabeza y solo veia su pelo lacio, peinado con raya al medio. Se llamaba Lucas. No recuerdo por qué razón este pequeño hombrecito de apenas 9 años, dio vuelta su cabeza y miró hacia donde estaba yo. Recuerdo su expresión de preocupación en la cara... y recuerdo también que algo extraño sucedio en mi cuerpo. En mi pecho algo se movio y no pude dejar de mirarlo. Era rarisimo, nunca me habia pasado nada igual. Quité mi mirada de donde la tenia puesta y desesperadamente tuve que volver. Y ese día lo empecé a mirar.

Con el paso de los días me di cuenta de lo que estaba pasando... me estaba gustando un chico. ¿Cómo era posible? ¿Un niño de mi mismo sexo? ¿Pero los cuerpos no estan diseñados para que un hombre y una mujer sean novios y despues tengan bebés? en ese momento no tenia respuestas y tampoco estaba seguro de nada. Ahora tampoco tengo respuestas, pero sí estoy seguro de que hice mi elección sexual, antes de saber cuáles eran mis posibilidades. Es decir, antes de enterarme que habia hombres que gustaban de hombres y mujeres que gustaban de mujeres.

A los pocos día de lo sucedido y de habreme dado cuenta que realmente me gustaba Lucas, empezé a investigar. Realmente no lo hacia con el fin de investigar... no me planteaba ese accionar en la cabeza, simplemente lo hacia de forma automatica, era una respuesta a lo mas profundo de mi mente, que me decia sin que yo escuchara: "te gusta lucas, acercate a él"

A esa colonia de vacaciones yo iba con muchos amigos de mi colegio y de mi barrio... en ese entonces yo vivia en un departamento tipo casa PH (propiedad horizontal) que quedaba en un pasillo con otros 5 departamentos y dos nenas de uno de los departamentos, concurrian conmigo a la colonia. Una de esas nenas, cuyo nombre no voy a revelar porque no tiene importancia, también se fijo en Lucas y un día me contó que eran novios. Ese dia mi corazoncito dio un vuelco. No sentia nada raro, sino una sensacion fea... muy leve, pero fea al fin. De ahí en más estuve cerca de esa nena, siempre, para que me contara todo acerca de Lucas... y cada cosa que me contaba, yo la disfrutaba, porque me sentia un poco más cerca de él. Tenía nueve años y me gustaba un nene... no estaba confundido, me gustaba de verdad.

Una tarde, en casa, salí a jugar al pasillo con la nena. Ella le escribía cartas a Lucas, le hacia cartelitos y me hablaba sobre él... y yo la escuchaba y pensaba en su carita, en sus ojitos y soñaba. Entre las cosas que me contaba ese día, dijo que tenia en su nueva agendita, el telefono de la casa de su noviecito... y a mi no se me ocurrió mejor idea que decirle que lo llame; ese día estaba exaltado, porque por fín habia encontrado la manera de estar un poco mas cerca de ese amor imposible que tanto me gustaba; lo llamamos por telefono y ella le hablaba... recuerdo los celos que me brotaron en ese instante. Nunca había sentido cosa igual... tenia una ira que por un momento odié a mi compañera de juegos. Lo sentí tan lejano que me senti vacio... solo por un instante, pero muy vacio.

La verdad es que Lucas solo fue una anecdota, porque bien sabia yo que nunca iba a poder siquiera hablarle... entonces al final del verano, hubo un eterno fin. Solo era un deleite para mis ojos. Sentia gran atracción por el y eso fue tan intenso, que hoy, tantisimos años despues, vuelvo con mi mente al pasado, e imagino que miro su cara, sus ojos y puedo sentir algo en mi pecho, puedo ser el mismo que cuando tenia nueve años.

A los nueve empezó mi elección sexual... a los nueve me gustaba Lucas, un niño con la misma perfecta anatomia varonil que yo. A los nueve estaba seguro de lo que me esperaba... y después de ese verano empecé a sufrir.

Libro: Los imprudentes - Josefina Licitra


Quiero recomendarles brevemente un libro que escribió una periodista argentina que se llama Los imprudentes. Es un libro que cuenta "Historias de la adolescencia gay - lésbica en la Argentina" (Es parte del título esto último que indico entre comillas).
Nos cuenta con una lenguaje que inspira confianza las historias reales de algunos personajes. Santos, un chico de la clase alta de Argentina, que un dia le dice a los padres que es gay. Estos lo mandan al psicologo para curarlo y le piden que por favor sea prudente, que no hace falta que se sepa lo que le está pasando; por otro lado tenemos al siguiente personaje Nahuelle, que es un chico sensible y afeminado, que la sociedad lo tilda de "loca". Relata su historia conmovedora y las actividades a las que se dedica, como la coordinación de un grupo de reflexión; Despues estan Andrés y Federico, los cuales frecuentan un mundo que parece divertido y sin fin, pero cuando se alejan del mismo sienten una especie de vacío que está muy lejos de la felicidad; Carolina es la siguiente que nos deleita con su historia. Tiene que hacer frente a la discriminación y marginalidad que sufre en el colegio por lesbiana y lo que la lleva a cortajearse. Esta historia particularmente a mí me gustó muchisimo; Y está Julio, del cual se cuenta una historia que puede resultar interesante para conocer un mundo que casi todos desconocemos. El interno y constante conflicto con el que muchas personas conviven durante mucho tiempo: Aceptar que su cuerpo requiere un cambio para darle algo que no vino con su fisiología, o agachar la cabeza y conservar su cuerpo de hombre para enseñar en el colegio.
Realmente es un libro que me conmovio muchisimo y me hizo sentir muy identificado. En algunas historias casi por completo...
Además de ese libro copie titulos de libros y de peliculas que más tarde ví.
Ojalá hubiese sido escrito años antes, cuando yo pasaba por el conflicto interno con mi homosexualidad odiada. Pienso que no me hubiese sentido tan solo como me sentí, ya que en esos tiempos sentía que era el unico ser que me sentía de ese modo.
Super recomendable!!