domingo, 29 de enero de 2012

Pseudo sometimiento


Como les dije, nunca me gustó la promiscuidad... en realidad porque siempre pone en riesgo a las personas y a las relaciones. Pero reconozco que todos, en mayor o menor medida, tenemos ciertos rasgos que nos acercan a los promiscuo.
Y aunque yo deseara no tener ni un gramo de esa característica conmigo, muchas veces me vi envuelto en situaciones en la que quedó al descubierto.
Era el año 2005 y yo estaba triste, muy triste. Esa primavera fue el comienzo de un largo tiempo de angustia y soledad. Hacía unas pocas semanas, ese novio que comenté en algun otro post (al que llamamos Thomás) me había dejado. Repentinamente un día me dijo que no quería estar más conmigo... incluso podria decirles que cuando me dejó era el mejor momento de la relación. Yo me quede muy mal y me aferré a la esperanza de que él quizas estaba confundido y necesitaba tiempo. Pero no era así. A pesar de mis llamados, de mis mails, de mis cartas y de todo lo que hice para exigir una respuesta, a Thomás se lo había tragado la tierra. Hoy puedo decir que era niño cobarde que creia llevarse el mundo por delante... y como yo estaba tan enamorado y era tan iluso, me crei cada una de sus palabras. Pero en fin. En esa epoca yo estaba mal. Triste, deprimido, me sentía solo... y además esa primera relación con la que yo habia aceptado del todo mi homoexualidad, encendió la mecha de mis hormonas, es decir que ya no me privaba de experimentar deseos con hombres que podían llevarse a cabo.
Una noche salí a tomar unas cervezas con mis amigos y como estaba triste porque extrañaba a Thomás, volví más temprano de lo que solía hacerlo. Eran cerca de las 4 de la mañana. Entonces me metí en el chat que solía frecuentar con la idea de encontrar a alguien con quien verme por webcam. No sé por qué razon, pero siempre me atrajeron los hombres un poco más grandes que yo. En ese momento yo tenía 19 y ese día me habló uno de 35 años. Era de mi barrio y según la descripción que dio, me pareció bonito... entonces le mande una foto mía y le pedí una foto suya. Si bien la foto que me envió no me parecía tan mal, no se veía muy en detalle. Pero el hecho de que tuviera esa edad, que viviera cerca de mi casa y que su difusa foto se asemejara a algo atractivo, me fue suficiente para dar lugar a que mi cuerpo se excitara. Lo pensé una vez... lo pensé dos veces... lo pensé tres veces. Me dije a mí mismo tres veces "No". Pero cuando quise volver a decir no, ya estaba saliendo de mi casa. El efecto del alcohol aún me quedaba. Si bien no estaba borracho, me sentía deshinibido y mareado. Asique me dispuse a ir a la vuelta de mi casa para agarrar un taxi. Okey, ya me habia subido en el taxi cuando me arrepentí, pero pensé que si no me gustaba, podía seguir de largo. Eran unas 15 cuadras de mi casa, asique llegué en seguida.
Cuando el taxi frenó en la esquina que habíamos quedado con el hombre miterioso de 35 años, un señor mayor estaba esperandome ahí. Yo lo miré y pensé "no, no es él...me dijo que tenia 35". Asique pensando que la persona con la que me iba a encontrar aún no había llegado me bajé del auto.
Medía aproximadamente un metro sesenta y pesaría unos ochenta kilos. Si realemnte tenía 35 años, el pobre estaba horriblemente deteriorado porque aparentaba unos cincuenta. Tenia una camisa a cuadros, un jean clásico azul y zapatos acharolados. Parecía que venia de trabajar de una empresa de colectivos (por el tipo de uniforme que estos tienen). De cara era horrendo. Ese hombre se me acercó y dijo mi nombre. efectivamente era él el que me esperaba.
"¿Cómo le digo que no?" fue lo que pensé. Pero su expresión me dio miedo. En la calle no había nadie y tenia miedo de que me hiciera algo. Miraba a sus costados y tenia las manos en los bolsillos... tenia puesta una campera. Me puse paranoico y mientras empezabamos a caminar yo pensaba qué hacer para zafar de la situación. Finalmente llegamos a su casa. Era un edificio muy lindo que en cada piso había solamente un departamento. Entramos al hall y esperamos el ascensor. Yo sentía un asco terrible y a la vez un miedo espantoso por no saber cómo manejar la situación. Cuando llegamos al piso en el que vivía y abrió la primera puerta del ascensor, ví que la segunda tenía cerradura, es decir que para poder entrar o salir de su palier había que tener la llave. Eso me dio terror porque pensé en si tenia que escaparme cómo iba a hacer. Pero cuando entramos a la casa, me fijé cuidadosamente en donde estaba poniendo las llaves... y las colgó justo al lado de la entrada, en un gancho que tenía para eso. Eso me dió un poco de seguridad absurda.
El departamento era hermoso. Era todo moderno y perfectamente acomodado. Olía muy bien. Era la casa perfecta para el hombre horrendo. Pasaban los minutos y yo sentía un asco terrible. Me dijo que fuera a su habitación y así lo hice. Entonces me di cuenta que no tenía opción. Me dije a mi mismo que la única forma de zafar de esa situación era hacer rapido lo que tenía que hacer e irme a mi casa. Estabamos sentados uno de un lado de la cama de dos plazas y otro del otro. Cuando entonces puso en la televisión una película porno. Puedo asegurar que no sé que era la película, porque no podiía hacer otra cosa que pensar en que me quería ir... y me sentía muy mal por haber llegado yo solo a esa situación. Me daba bronca no haber sabido decir NO cuando era necesario. Dos minutos después que puso la película empeza acariciarme la espalda. Yo estaba helado, no sabía que hacer. Tenía todo el cuerpo paralizado y mi estómago nauseabundo. De repente puso su otra mano en mi nuca y empezó a besarme. Yo intenté frenarlo y decirle que no, que estaba arrepentido, pero no dió importancia a lo que le dije, incluso me agarró más fuerte y me siguio besando. Yo aterrado me aflojé y entonces me tiró en la cama y se puso encima mío. Vovlí a decirle que no quería y otra vez no hizo caso a lo que yo decía, se puso mas fuerte. Intenté tironear un poco, pero entonces se puso un poco violento y me agarró ambos brazos. Me empezó a decir una serie de cosas horribles... cosas como que le gustaba dominar o que le gustaba que la gente se le resistiera. Me asusté mucho porque temí por mi vida. Afuera veía por la ventana cómo amanecía y los árboles y escuchaba los pájaros como cantaban.... la naturaleza, libre... y yo me veía encerrado, aterrado en un departamento con un hombre que no conocía encima mío, que se estaba violentando y sin saber que hacer. Pensé que lo mejor era dejarme llevar un ratito, no ponerlo nervioso y esperar a que termine rápido. Pensé que haría tiempo que ese tipo no estaba con nadie, por lo que iría a terminar rápido. Asique juntando todas mis fuerzas, e imaginándome que era otra persona me aflojé y lo abracé e hice de cuenta que la situación me gustaba. Él se puso como loco y me dio vuelta sobre la cama, dejándome boca abajo. Yo sentía un asco como nunca antes lo había sentido. En ese momento se me ocurrió una idea. Le dije si por favor no me podía traer algo para tomar. Le pedí agua, pero me trajo jugo. Siempre se pide agua, porque a la mínima alteración se siente sabor extraño, en cambio en otra bebida puede disimularse. Podía estar tranquilamente drogándome, pero no me importó. En el momento que él se fue a la cocina agarré mi celular y programé la alarma para que sonara dentro de 20 minutos. Y cuando terminé de hacerlo pensé en Thomás. Mis labios ya estaban sucios... pensé que era el primer hombre que con sus besos sucios tapaba el amor de los besos de Thomás y sentía asco y culpa... y lloré. Pero momentos después vino con mi jugo. Tomé solamente un trago y le dije que era porque tenia un pelo en la garganta. El hombre horrendo y asqueroso volvió a ponerme boca abajo en su cama y se puso encima mío. Sentí que me aplastaba, que no podía respirar. Ochenta kilos sobre mi espalda. Intentó practicarme sexo, pero yo estaba tan tenso que no pudo... pero no le importó siguió intentando y besándome y haciéndome todo tipo de cosas. Yo lloraba mientras miraba mi sombra contra la pared y miraba el celular de reojo intentando descifrar que hora era, porque él no podía verme la cara. Quería que aquel momento terminara lo antes posible. Finalmente el hombre terminó antes de lo esperado. Efectivamente era obvio que hacía mucho que no estaba con alguien y entonces su excitación lo llevo a terminar de forma rápida. Me quedé tendido sobre la cama en esa posición y él se me acercó super contento y relajado y me empezó a besar nuevamente. Yo soporté ese momento poco tiempo, hasta que le corrí la cara, pero me agarró de la mandíbula apretándome fuerte y me siguió besando. En ese momento sonó mi celular y él se sobresaltó. Atendí la supuesta llamada e hice de cuenta que hablaba con mi mamá. Cuando corté la supuesta llamada le dije que me tenía que ir, que se me hacía tarde porque iba a pasar todo el día en una casa quinta. Se negó rotundamente a abrirme la puerta, diciendo que aún yo no había terminado. Le dije que no me parecía gracioso, que debía irme cuánto antes. Volvió a negarse. Yo me puse de pie en la desesperación y mientras me vestía fui hasta la puerta de salida. El tipo me persiguió y me dijo que no me dejaría ir a ningún lado hasta que terminara con lo que había empezado. Me llevo otra vez a la habitación y me obligó a masturbarme mientras él me miraba y hacía lo mismo en su propio cuerpo. Me concentré al máximo y lo logré, logré terminar con lo que había empezado y el horrendo hombre exigía.
Por suerte pude irme sin más forcejeo. Me abrió la puerta y me acompañó hasta la calle. Cuando sentí el viento en la cara me sentí libre y vivo. Me tomé un colectivo que milagrosamente apareció en la esquina y llegué a mi casa cerca de las 7 de la mañana. Al entrar a mi habitación, el mundo se vino abajo. Me sentí sucio, feo, asqueroso... fui al baño y vomité, vomité mucho mientras lloraba con una congoja como nunca antes había tenido. Me acordé de Thomás que tan bien me había tratado siempre, me acordé del primer chico con el que había estado que también se había preocupado por mí y me acorde de esa masa horrenda de 80 kilos aplastándome y sometiéndome a hacer cosas que yo no quería. Lloré y lloré y pensé que esa tristeza no se me iba a ir nunca y que si así no era, entonces podría tomarme una caja de pastillas y pasar a otro mundo sin darme cuenta.
Por suerte siempre en el momento indicado aparece alguien. Una amiga mía me mandó un mensaje de texto en ese momento y yo le conté lo mal que estaba y la razón y entonces me consoló. Me llamó y me dijo: "Ahora te duele y tenés el asco... pero pensá que cuando pasen los años y estés con el hombre de tu vida, vas a mirar para atrás y vas a decir que eras un loquito y te vas a reír de esta situación y de muchas otras". Y tuvo toda la razón. Si bien hoy no me río de esto, me dejó una enseñanza muy grande. Y puedo contarlo a mis amigos de forma no dramática para aconsejarlos cada vez que están en situaciones en las que se tienen que encontrar con desconocidos.
Ese día supe que nunca más haría eso, encontrarme con alguien que no sé quien es ni cómo es. Por suerte el tipo no era un maniático sexual ni nada por el estilo. Si bien me sometió y se puso un poco violento, se lo atribuyo más al morbo sexual que a una característica propia de aquel hombre.
Una vez más volví a agradecerle a la vida la suerte que muchas veces tengo.

3 comentarios:

  1. que fuerte, pudo haber sido mucho más peligroso. Hay que estar muy seguros de saber donde o quien sale uno, pueden pasar cosas tan feas ahora en día

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  2. Realmente!! ojalá todos tomaran conciencia a tiempo!! y no cometer estos errores que pueden terminar muy mal.

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  3. Realmente!! ojalá todos tomaran conciencia a tiempo!! y no cometer estos errores que pueden terminar muy mal.

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